jueves, 17 de febrero de 2011

ODA A LA ROSA - PABLO NERUDA


A la rosa, a esta rosa, a la única,
a esta gallarda, abierta, adulta rosa,
a su profundidad de terciopelo,
al estallido de su seno rojo.
Creían, sí, creían
que renunciaba a ti, que no te canto,
que no eres mía, rosa,
sino ajena, que yo voy por el mundo sin mirarte,
preocupado sólo del hombre y su conflicto.
No es verdad, rosa, Te Amo.
Adolescente,
preferí las espigas, las granadas,
Preferí ásperas flores de matorral, silvestres azucenas.
Por elegante,
desprecié tu erguida plenitud,
el raso matinal de tu cortina,
la indolente insolencia de tu agonía, cuando dejas caer un pétalo
y con los otros, continúas ardiendo
hasta que se esparció todo el tesoro.

Me perteneces, rosa,
como todo lo que hay sobre la tierra,
y no puede el poeta, cerrar los ojos a tu copa encendida,
cerrar el corazón a tu fragancia.
Rosa, eres dura:
he visto caer la nieve en mi jardín:
el hielo paralizó la vida,
los grandes árboles quebraron sus ramajes,
solo, rosal,
sobreviviste, terco, desnudo, allí en el frío
parecido a la tierra,
pariente del labrador, del barro, de la escarcha,
y más tarde, puntual, el nacimiento
de una rosa, el crecimiento de una llamarada.

Rosa obrera,
trabajas tu perfume,
elaboras tu estallido escarlata o tu blancura,
todo el invierno buscas en la tierra,
excavas minerales,
minera,
sacas fuego del fondo y luego te abres,
esplendor de la luz, labio del fuego,
lámpara de hermosura.

A mí
me perteneces, a mí y a todos,
aunque apenas tengamos
tiempo para mirarte.
Vida, para dedicar a tus llamas
los cuidados, rosa,
eres nuestra,
Vienes del tiempo consumido
y avanzas, sales de los jardines al futuro.
Caminas,
el camino del hombre,
inquebrantable y victoriosa
Eres un pequeño capullo de bandera.
Bajo tu resistente y delicado
pabellón de fragancia
la grave tierra derrotó a la muerte
y la victoria fue tu llamarada.

sábado, 12 de febrero de 2011

ME ENCANTA BESAR....Y QUE ME BESEN, CLARO.


Hay besos que pronuncian por sí solos
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.

Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.

Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.

Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado.

Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.

Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.

Judas besa a Jesús y deja impresa
en su rostro de Dios, la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su agonía.

Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores,
en las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flores.

Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.

Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han probado.

¿Te acuerdas del primero…? Indefinible;
cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenaron sé de lágrimas tus ojos.

¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
te vi celoso imaginando agravios,
te suspendí en mis brazos… vibró un beso,
y qué viste después…? Sangre en mis labios.

Yo te enseñe a besar: los besos fríos
son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.

G.Mistral